Detrás de las representaciones de la imagen de delgadez corporal que se idealiza en las sociedades occidentales, se oculta una ideología de reduccionismo: la reducción de la existencia y la libertad corporal con la magnificación de la delgadez, como una práctica de connotaciones adictivas. Representaciones y prácticas en la anorexia, que adheridas a la dinámica social y cultural, y al proceso civilizatorio de las sociedades occidentalizadas, buscan la reducción de un cuerpo que adelgaza; una reducción que constriñe, que fuerza, que violenta a un cuerpo que ha sido, en su historia ontogenética, creador y recreador de sí mismo; un cuerpo evolutivamente adaptativo, ahora repentinamente sometido, delimitado, robado por las normas y valores sociales, constreñido por la moda, velado por la cultura de los cuerpos de papel; un cuerpo al que se le ha restado espacio corporal y contexto individual, y, sin embargo, latente en su potencialidad de libertad, frescura, dinamismo y creatividad. La anorexia, como una enfermedad enigmática y sofisticada cuyo matiz frívolo contribuyó a su olvido apenas hace unas tres décadas.